Me he percatado que muchas parejas han visto el matrimonio como el paso «lógico» después de llevar juntos «un tiempo”. Y debo confesar que me descoloca mucho saber que sus razones no son más que el amor y ese lapso de tiempo. También para algunas personas la presión social los hace sucumbir a una forzado compromiso que a veces no termina bien. Por estas razones quiero contarte mi experiencia personal sobre cómo llegué a la decisión de celebrar mi boda.
Disclaimer: Juan y yo no somos nadie para decir qué esta bien o qué está mal en cuanto a parejas se refiere. Si tu pareja no se adecua a lo que aquí te comento, está bien. El objetivo de este post es compartir mis pensamientos y si en algo te puede servir lo que he aprendido ¡genial! y si no estás de acuerdo también es correcto. En ambos casos, gracias por leerme.
Vivir juntos antes.
https://www.missdigitalink.com/sanitas-citas-online-colombia/ y yo vivimos juntos durante dos años antes de casarnos, y sí, se que esto no es lo ideal para algunas personas que prefieren hacerlo de la forma tradicional (no salir de casa hasta el día en que te cases) y eso está bien si así lo deseas. Sin embargo, te puedo asegurar que la experiencia de vivir juntos nos ayudó mucho a madurar como personas y como pareja. De hecho, todo esto lo explico de forma más detallada en mi post https://www.missdigitalink.com/mujeres-solteras-en-kennedy/
Al vivir juntos, Juan y yo acordamos que estaríamos así en lo que establecíamos nuestras vidas, prioridades, y sobre todo encontrar estabilidad emocional y financiera. Sin embargo, la presión social en este punto era grande, ya que cada vez que nos encontrábamos con la familia o algunos amigos se repetía la misma pregunta: ¿para cuándo se casan? Te mentiría si te dijera que esto no me afectó. ya que en algún momento sentí como si estuviera haciendo algo incorrecto porque aun no estaba casada. Al final, hablar con mi pareja sobre estos miedos nos ayudó a llegar a la conclusión de lo que ambos en realidad queríamos, que era no casarse en ese momento. Y esto me lleva a mis dos primeros consejos:

¡Habla con tu pareja!
¿Realmente siente lo mismo que tú? ¿también quiere casarse en ese momento? ¿o quiere esperar mucho más? Pongan en orden sus prioridades tanto personales como de pareja. Apresurar la decisiones sin trazar un orden puede conducir a arrastrar frustraciones por no haber terminado proyectos personales (graduarse, una inversión, un posgrado, emprender…) o de pareja (no tener las finanzas claras, haber viajado juntos, o no conocerse del todo.)

No cedas a la presión social.
Debo confesarte que esto fue muy difícil para mí, pero con el tiempo entendí que las demás personas no están dentro de mi relación y mucho menos en mis sentimientos. La pareja es un espacio muy íntimo que sólo debe tomar en cuenta lo que TÚ y la otra persona desea. Hacer caso de los demás es un alivio temporal que no arreglará tu futuro. Me alegro mucho de haber esperado para mi boda y zafarme de las ideas de otras personas ajenas a mi relación para poder abrazar las nuestras.

Toma en cuenta que no puedes basar tu decisión sólo en los buenos momentos.
Los defectos son parte de lo que nos define y estos se ven a mayor escala al vivir juntos. Piensa que si hay algo que no soportas de la otra persona, no creas que el matrimonio lo arreglará. Es mejor hablar de todas estas cosas antes de tener una boda y poder llegar a acuerdos.
En cuanto a Juan y yo, al vivir juntos conocí otros aspectos de el: algunos me gustaron y me hicieron quererlo mucho más, pero la realidad es que también conocí otros que no me encantaron. Esto es completamente normal, ya que la convivencia con alguien que viene de una familia y costumbres distintas puede chocar con tu propia forma de vivir y pensar. La idea del matrimonio es tomar lo mejor de ambos mundos e impactarlo en la vida diaria en forma de acuerdos. Todos conocemos casos de gente que se desanima mucho cuando descubren estos aspectos no tan agradables de su pareja y nunca lo discuten, por lo que el matrimonio termina por convertirse en un ring de peleas diarias.
💡 Bonus pro tip: Si no tienen la oportunidad de vivir juntos para conocer el lado de la convivencia, realizar algunos viajes donde tengan que pasar la noche en otros lugares puede ayudar a conocer ese otro lado de tu pareja. 💡

Mantener una comunicación abierta y sincera sobre cuestiones importantes de la vida.
No siempre es fácil hablar de estos temas pero es de suma importancia hacerlo ya que puede evitar muchas peleas y malas sorpresas. No dejes que esta información salga a flote después de la boda.
Cuando Juan y yo tomamos la decisión de casarnos ya teníamos respondidas algunas preguntas del «manual de pareja básico», tales como la religión, la idea de tener hijos, el plan de economía del hogar (insisto mucho en esto porque el dinero es motivo de pelea para muchas parejas), ideologías políticas, gustos, aficiones, conocer a los familiares, el tipo de boda que quisieran, planes individuales (porque nunca dejas de ser una persona al convertirse en matrimonio) entre otras cosas.

La decisión de casarse es de dos.
Si tu lo quieres con todas tus fuerzas y la otra persona aun no, debes respetar su voluntad. Y esto no significa que te puedan querer menos, simplemente el matrimonio desde el momento cero es consenso doble.
Volviendo a la historia cronológica de Juan y yo, pasados un par de años después de establecernos emocional y financieramente (nuestros sentimientos el uno por el otro se afianzaron a pesar de nuestros defectos, ambos teníamos trabajos y una economía conjunta del hogar), fue hasta este punto que ya empezamos a plantearnos si realmente queríamos tener una boda. En este caso ambos queríamos hacerlo.

⚠️ Nota Importante ⚠️
Si en algún momento en tu relación de noviazgo sientes que no hay respeto o confianza, que hay problemas con la familia, con sus creencias, ideologías o incluso con el dinero, en verdad te invito a que te lo replantees ya que el matrimonio no es una magia que arregla estas cosas. Al contrario, todos los problemas del noviazgo los arrastrarás contigo al matrimonio y ser felices será difícil.

Finalmente teniendo estas consideraciones mas que estudiadas, te puedo decir con toda seguridad que mi matrimonio ha resultado lo que siempre quise y que soy feliz. No es una relación perfecta porque ninguna en el mundo lo es pero al menos hemos evitado muchos errores comunes que pueden existir en otras parejas. La comunicación, la paciencia y la razón son fundamentales para dar el paso de una forma en la que no te arrepentirás.

El corazón y el cerebro siempre deben convivir en este tema para alcanzar la mejor decisión que te lleve a vivir no un matrimonio de película, pero sí el que ambos quieren y en el que querrán estar para siempre.

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